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Hay noticias que llegan como un guion de película con final épico. Y esta, queridos hinchas, podría ser una de esas historias que harán vibrar corazones tanto en Costa Rica como en Argentina. Keylor Navas, el guardián épico de los tres palos, parece haber encontrado su próximo destino: nada más y nada menos que Newell’s Old Boys en Rosario.
El legendario portero tico, que durante años protagonizó tardes de gloria con el Real Madrid y posteriormente con el Paris Saint-Germain, estaba sin equipo desde el pasado verano. Desde entonces, su futuro había sido objeto de intensas especulaciones. Boca Juniors, San Lorenzo y otros equipos argentinos sondaron la posibilidad de ficharlo, pero, como si del destino se tratase, parece que el crepúsculo de su carrera lo unirá a los rojinegros de Rosario.
Reportes recientes apuntan a que Keylor ya habría alcanzado un acuerdo con Newell’s para estampar su firma en un contrato de uno a dos años. Las negociaciones están prácticamente cerradas, y todo indica que ya está en marcha la búsqueda de una casa en la ciudad santafesina. Si el acuerdo se concreta, será una bocanada de aire fresco tanto para el equipo como para los fanáticos del fútbol sudamericano. ¡El Coloso del Parque Alfredo Palacios se convertirá en el escenario de un nuevo capítulo en la leyenda de Navas!
En un mundo donde los hinchas viven y respiran fútbol, la llegada de una figura de la talla de Keylor Navas no es solo una adquisición, es una declaración de intenciones. Para los «leprosos», será una oportunidad única de consolidar su defensa con un arquero que ha ganado tres Champions League y posee experiencia de sobra para liderar cualquier escuadra en el continente.
Después de medio año fuera de los terrenos de juego, Keylor parece estar listo para volver con más fuerza que nunca. Quién sabe, amigos: tal vez pronto estemos hablando de los Navasazos que salvaron a Newell’s Old Boys en un clásico contra Rosario Central o en las noches mágicas de la Libertadores.
Pero en esto del fútbol, como dice el dicho, «los partidos hay que jugarlos». Hasta que no lo veamos enfundarse el buzo rojinegro, con los guantes listos para el primer saque, quedamos en vilo y a la expectativa.