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Hay regresos que saben a gloria y otros que, además, sacuden el alma. El pasado 19 de enero de 2025, David Alaba, ese defensor que combina la precisión de un reloj suizo con la pasión de un tango porteño, volvió a pisar el césped del Santiago Bernabéu tras un calvario que duró 399 días. ¡Sí, leyó bien! ¡399 días alejado del deporte que lo ve brillar como ninguna otra estrella!
Su última aparición había sido un 17 de diciembre de 2023 en un partido contra el Villarreal. Fue un día aciago. Una rotura del ligamento cruzado anterior en su rodilla izquierda, acompañada de daños en el menisco y tendones, dejó fuera de los terrenos al austriaco que tantas veces ha sido talismán en defensa para el Real Madrid.
La recuperación de Alaba no fue tarea sencilla. Tras una intervención quirúrgica inicial, vinieron varias limpiezas menores para mantener la rodilla en condiciones óptimas. Su fortaleza física, pero sobre todo mental, se pusieron a prueba. Las largas horas de fisioterapia, los días que parecían interminables y el apoyo incondicional de los suyos marcaron el año más duro de su vida deportiva.
«El año pasado fue muy largo y duro, pero este día es muy especial para mí», expresó Alaba a los medios, con una sonrisa que reflejaba tanto alivio como triunfo personal.
Y así, llegó el minuto 76 en el partido contra la UD Las Palmas. El técnico del Real Madrid le dio la oportunidad de pisar nuevamente el césped, reemplazando a Rüdiger. Y entonces, algo mágico ocurrió: mientras caminaba hacia la cancha, el público estalló en una ovación que hizo vibrar los cimientos del Bernabéu. Era como si todo un estadio hubiera entendido de golpe lo que significaba ese momento para el jugador.
Alaba jugó apenas algunos minutos, pero fueron suficientes para demostrar que está listo para ir tomando ritmo, paso a paso, hasta recuperar todo su esplendor competitivo. Con su humildad habitual, agradeció a los médicos, fisioterapeutas y a todos los que estuvieron a su lado en este arduo proceso.
Para el Real Madrid, recuperar a un jugador tan completo como Alaba es como encontrar agua en medio de un desierto. Su polivalencia en defensa, su liderazgo silencioso y la facilidad con la que se adapta a distintas posiciones son esenciales para un equipo que busca ser competitivo en todas las competiciones.
El regreso de Alaba también nos recuerda por qué amamos el fútbol. Es más que goles y títulos; es superación, es humanidad, es la conexión profunda entre los jugadores y los hinchas. Este deporte tiene la capacidad de unir a multitudes y crear momentos imborrables, como ver a un gigante de nuestro tiempo volver después de superar la adversidad.